Desde los inicios de la historia de la medicina se ha descrito la importante relación entre los factores sociales y la salud de los individuos y poblaciones, incluso algunos médicos han llegado a considerar la medicina como una ciencia social (Virchow). Durante el último siglo la medicina ha sufrido transformaciones importantes secundarias al desarrollo científico y la progresiva especialización del oficio, si bien esto ha producido mejoras en la salud de la población este cambio no ha estado exento de problemas. La confianza excesiva en el modelo biomédico ha tendido a ocultar la influencia de factores económicos, sociales y culturales en la salud de las personas, la fragmentación del conocimiento ha dificultado el desarrollo de respuestas integrales satisfactorias a las necesidades de los enfermos y la perspectiva consumerista en que ha sentado sus bases la medicina industrial ha incentivado el desarrollo de intervenciones individuales a problemas ecológicos.
Durante las últimas décadas las ciencias sociales han realizado aportes para hacer frente a estos problemas. Entre estas se encuentra la sociología, ya sea como sociología de la medicina con sus estudios sobre la institución médica, el rol del enfermo y las creencias de los pacientes sobre el proceso salud-enfermedad o como sociología en la medicina a través del estudio de como los factores sociales afectan la salud y el bienestar de la población. Esta última variante muy ligada a la epidemiología social compartiendo constructos como estructura social, etnicidad, discriminación, apoyo social y capital social. Así como la sociología, también la antropología sociocultural ha realizado aportes a la práctica médica, inicialmente a través del estudio de la etnomedicina y posteriormente con el desarrollo de perspectivas críticas sobre el proceso salud-enfermedad-atención en la sociedad moderna occidental.
La necesidad de integrar las ciencias sociales con el saber biomédico resulta desafiante, más allá de adoptar la perspectiva de Virchow y considerar la medicina como una ciencia social, se requiere la adopción de abordaje transdisciplinario, entendiendo esto como “la síntesis e integración de saberes a través de la formulación de un marco teórico que reúna lo que previamente pueden haber sido puntos de vista diferentes o contrapuestos” (Albrecht, Freeman y Higginbotham). Un primer paso hacia la transdisciplina es plantear “la salud como parte constitutiva del desarrollo” (Sen), entendiendo la atención sanitaria como un medio para mantener las capacidades necesarias para el ejercicio de las libertades fundamentales. Esto que se ha llamado la tercera revolución en la salud pública apunta a promover la salud a través de cambios sociales y acciones políticas (Carta de Ottawa, 1986), un ejemplo paradigmático de esta perspectiva es la propuesta realizada por la Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS quienes se encuentran desarrollando intervenciones, metodologías de evaluación y políticas orientadas a promover la equidad en salud.
Incluso en los tiempos actuales donde el desarrollo biomédico promete soluciones milagrosas, la salud es todavía social y requiere de una mirada transdisciplinaria que la problematice.
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