El mismo hecho de conversar es poesía. Una conjugación eterna de los tiempos pasado y futuro en el presente. El pasado es ahora como lo fue ayer. El pasado está presente porque en cada cosa que yo haga tengo una experiencia acumulada. Una experiencia viva, vital, de ahora. La de ayer no me sirve porque la vivencia ya fue; la vivencia es ahora porque pertenece al presente. Y eso mismo me hace visualizar - si eso fuera posible - la seguridad del futuro. Por eso es una conjugación eterna: el pasado es igual al futuro y entre los dos me forman el presente.
La concepción occidental del tiempo es lineal, en tanto que la indígena es una concepción circular y al mismo tiempo evolutiva. El occidental trabaja para el mañana. Yo veo al hombre winka cómo se abalanza al futuro. Se inventa metas a cumplir porque si no tiene un mañana se angustia. En cambio para el mapuche el tiempo es lento, tranquilo, porque no existe el futuro en términos de meta. El pasado está adelante, al frente, porque es lo que yo estoy viendo. En cambio el futuro no lo veo porque lo tengo atrás. Tengo conocimiento que me va a llegar, pero no me preocupa el futuro. El pasado tampoco, pero lo tengo, lo sé y lo repito porque lo estoy viendo. Y si lo estoy viendo puedo cantarlo. Por eso se canta el pasado.
Leonel Lienlaf
No hay comentarios:
Publicar un comentario