“La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, persuadirnos de plantear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios.”
Jorge Luis Borges
La realidad es muy compleja, probablemente sea inabarcable, lograr conocerla es un desafío permanente para los investigadores. La dificultad reside en saber mirar, para poder hacerlo se requiere enfocarse en algún aspecto de ella. Lamentablemente estamos anclados a nuestros conocimientos previos, la forma como nos desenvolvemos en la sociedad determina nuestra forma de ver el mundo. Un ejemplo claro de esto es la perspectiva de nuestros oficios, cuando adoptamos un rol social muchas veces asumimos supuestos teóricos, metodológicos, epistemológicos y empíricos.
A través de nuestra experiencia educativa vamos reconfigurando nuestras percepciones y conceptos, el niño se transforma en un escolar para el profesor y el hombre se transforma en un enfermo para el médico. Este proceso selectivo es útil ya que permite poder orientarse en base a problemas y desarrollar un sentido práctico. Lamentablemente este proceso también acota nuestra visión. Tal como lo demuestra Lenoir muchas veces son las categorías preconcebidas con que representamos la realidad las que nos entorpecen en nuestra búsqueda de explicaciones. Parece lógico entonces que si el objetivo principal del investigador es aproximarse a la realidad, antes de delimitar el objeto de estudio, debe realizar un ejercicio deconstructivo y analítico que evalúe tanto los supuestos personales forjados a través de la experiencia como los supuestos colectivos elaborados en el desarrollo científico de las disciplinas.
El paso de la delimitación del objeto a su construcción conceptual es probablemente uno de los más intensos en el desarrollo de la investigación científica, requiere de pensamiento crítico, reflexividad y creatividad suficiente como para poder replantear los esquemas preconcebidos y establecer un imaginario propio (Becker). Es en este paso crítico donde se reduce la complejidad y se elabora un marco referencial que guiará nuestros próximos pasos en la investigación. Da la impresión de que una vez realizado este proceso las siguientes etapas en la concreción del objeto de estudio resultarán más fluidas y será más difícil perder el camino.
La siguiente etapa en el proceso de investigación consiste en pasar de la construcción conceptual del objeto a su operacionalización. Este es un segundo nivel de concreción donde se tienden puentes entre nuestro esquema conceptual emergente y la realidad. En este paso se definen las dimensiones que vamos a explorar y cómo vamos a interrogar a la realidad para que nos de las respuestas que necesitamos. El desafío se encuentra en la elaboración de definiciones y métodos que nos resulten prácticos y que nos permitan obtener el máximo de información de acuerdo a nuestras limitaciones.
La tercera etapa en la investigación es el paso de la operacionalización al objeto empírico, es en este momento donde los investigadores vamos a “terreno” en misión exploratoria. Nuestras variables que antes se encontraban carentes de significado empírico ahora comienzan a articularse con la realidad y adoptan la forma de códigos con sentido. Más allá de las complejidades técnicas que conlleva el tratamiento de datos, el objetivo de esta etapa es lograr una representación coherente del objeto de estudio. Muchas veces en este proceso la información obtenida no calza con nuestra hipótesis de investigación, como investigadores debemos estar atentos y ser lo suficientemente flexibles para incorporar estos datos y enriquecer nuestras representaciones del objeto de estudio.
La investigación científica es un proceso en que se transita desde la teoría a los hallazgos empíricos y viceversa, sin un marco referencial claro podemos perdernos en nuestro camino hacia el objeto de estudio. La buena ciencia requiere que como investigadores tengamos una mente abierta para no cerrar de manera prematura nuestro enfoque, que seamos rigurosos al trazar y seguir nuestra hoja de ruta, que seamos transparentes en nuestras comunicaciones y lo suficientemente críticos como para vigilar constantemente nuestros supuestos.
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