El gobierno caminaba a la par en su persecución contra los intrusos, es decir, contra los extranjeros, porque esta era la genuina tradición de aquel chilenismo de primeras aguas.
El protomedicato - decía una nota-decreto del gobierno, el 18 de junio de 1823, que, más que una nota parecía raspa - continuará observando estrictamente la ley que prohíbe puedan ejercer la medicina los profesores extranjeros sin un nuevo examen en el país para este efecto, a los que lo son para todo lo demás, esto es, los que no sean naturales de Chile por nacimiento o adopción; y se extraña que el protomédico se queje de abusos que el mismo ha tenido facultad de corregir y de que es responsable. En consecuencia, pondrá remedio inmediatamente, teniendo entendido que el gobierno le tomará severa cuenta de cualquiera omisión o falta de cumplimiento de las leyes en materia de importancia. *
* Este documento tiene las firmas del presidente Freire y del ministro del interior Egaña, y parece fue expedido a consecuencia de un reclamo hecho contra el protomédico Oliva por algún médico del país (el Dr. Botella o el Dr. Coronilla probablemente) contra algún facultativo extranjero, es decir, peruano o quiteño, que le disputaba su clientela.
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